viernes, 2 de abril de 2010

Iglesias derrumbadas

Tras el derrumbe de iglesias, la gente se confiesa en la plaza

En Chanco, el padre Francisco Hormazábal, de la parroquia San Ambrosio, celebra misa y confiesa al lado de los juegos infantiles que quedan al frente de su templo derrumbado. A su alrededor, los niños juegan en los columpios, sin oír los pecados que revelan sus mayores. A causa del terremoto, los feligreses católicos volvieron a la época de Jesucristo y sus apóstoles, cuando se predicaba al aire libre.

Con el siniestro resultaron 437 templos y capillas dañadas, de los cuales 82 tienen que ser demolidas por daños estructurales. Otras 100 están cerradas, mientras se buscan los recursos para arreglarlas y abrir de nuevo sus puertas.

Es la razón por la que miles de devotos y sus pastores han tenido que ocupar las plazas de armas de sus localidades para oficiar la misa que ahora se hace una vez al día -el promedio era de tres-, mientras los matrimonios y bautizos han sido aplazados para el mes de abril en las zonas con mayores problemas. La única urgencia son los funerales.

Así le ocurre al párroco Carlos Letelier, de Curepto, a quien ahora le preocupa proyectar una capilla de emergencia para el invierno, mientras confiesa en dos sillas plásticas en la Plaza de Armas. "Hay gente que no se siente cómoda, porque los demás los ven, pero la gente respeta y se retira un poco para no escuchar la confesión", comenta el cura Letelier.

En Constitución, el cura Mario Agurto ha improvisado un confesionario en el pasillo de la casa parroquial y celebra misa al frente del templo de San José (en la foto). Entre tanto, el clérigo Pablo Leiva, de la parroquia San Juan de Mata, en Concepción, ha oficiado la eucaristía en la escuela municipal de Israel. "Hemos arrendado unas piezas al frente de la escuela, que nos sirven de oficina parroquial y confesionario", comenta Leiva.

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Pescados y mariscos

Pese al desastre, el pescado del sur nunca dejó de llegar

A pesar del desastre causado a las embarcaciones pesqueras de una larga franja de costa, el abastecimiento de productos del mar para Semana Santa parece asegurado. Augusto Vásquez, dueño del reconocido restaurante "Donde Augusto" en el Mercado Central de Santiago, dice que los productos del sur no han parado de llegar. "Sólo se demoraron un poco durante la primera semana por la situación de los caminos", explica. Afirma además que los precios no deberían subir demasiado para Semana Santa. "Al menos yo los voy a mantener, aunque puede que suban un poco a nivel general por el alza de la bencina".

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La alerta de maremoto que casi impidió el aterrizaje de Piñera en Constitución el 11 de marzo

El día del cambio de mando, tras las fuertes réplicas, el recién asumido Presidente Piñera viajó a Rancagua y luego a Constitución, aunque su aterrizaje en la devastada ciudad de la VII Región casi no se produjo...

Ese día se levantó una alerta de maremoto entre la Región de Coquimbo y la de Los Lagos. El itinerario del Mandatario contemplaba aterrizar cerca de las 16:30 horas a orillas del río Maule, donde se haría una ofrenda floral como recuerdo de los fallecidos por el terremoto. Esa zona, sin embargo, era parte del perímetro de seguridad. Nadie podía acercarse a menos de 500 metros del río. Cuando la gente del municipio, los periodistas y el equipo de Piñera les preguntaban a los militares a cargo de la zona por la llegada del Presidente, los uniformados eran tajantes: "Mientras haya alerta de maremoto, nadie puede aterrizar en Constitución, a menos de que sea en zona segura", señalaban los miembros del Ejército.

Pasaban las horas y la alerta no se levantaba. El lugar alternativo para que aterrizara el helicóptero que trasladaba a Piñera era en el estadio de Constitución, a unos 15 minutos en auto, alejado del río y de la plaza donde se realizaría el acto con el Mandatario.

Pasadas las 16.00 horas se levantó la alerta de maremoto, pero el Presidente no llegó sino hasta las 18.30 horas.

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Los médicos tomaron el colchón de la paciente.

Salieron corriendo del pabellón

Hospital de Temuco, 3:34 de la madrugada del 27 de febrero.


En uno de los pabellones una mujer de 50 años era operada de una enfermedad diverticular al colon. Estaba anestesiada y con el cuerpo abierto cuando empezó el terremoto. Cayó el estuco del techo, todo se fue a negro y una nube de polvo y gases inundó el lugar. "La cubrimos con un paño estéril y nos paramos todos en el umbral de la puerta", recuerda el doctor Andrés Díaz, segundo cirujano a cargo. Le pusieron los puntos a la paciente sin haber terminado la cirugía. Ella no supo que la anestesista la desentubó rápidamente y la desconectó del ventilador automático. Tampoco advirtió que los tres cirujanos tomaron el colchón con ella arriba entre sus manos y salieron al pasillo, caminando por un segundo piso cubierto de vidrios y de agua de las cañerías rotas. "Salimos por la vía de evacuación que tenía las escaleras resquebrajadas y dejamos a la mujer en una cuneta, cubierta con una frazada. Entre tres o cuatro hombres volvimos a buscar a todos los hospitalizados hasta dejarlos a salvo", relata Díaz. La operación terminó cuando salió el sol. Hoy la mujer está sana y no recuerda nada.

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jueves, 1 de abril de 2010

Estimados amigas y amigos.

Es fácil perder la sensibilidad.
Muchos de ustedes me han escrito preocupados por nuestra suerte y nuestra vida…. Aparte de informar que estaba viva y muy bien no había querido escribir más detallado, en parte por tener muy limitado mi acceso a Internet, pero también por pudor, en tanto mis problemas personales asociados al terremoto no se comparan a la magnitud de la tragedia que nos rodea. Tres semanas después les he querido escribir, en parte por su insistencia, pero por sobre todo para colaborar indirectamente con las iniciativas de solidaridad que existen actualmente con Chile y también con Haití.
Particularmente en vista de la multitud de imágenes crudas, a veces morbosas e incluso faranduleras que presenta la televisión, es demasiado fácil perder la sensibilidad respecto de la tragedia que estamos viviendo. Es por ello que quiero entregar el testimonio de estrés de una familia privilegiada que no sufrió pérdida humana ni material significativa para de esta manera acercarse a comprender el dolor de quienes lo perdieron todo.


La noche del terremoto, la madrugada del sábado 27 de febrero de 2010, las 03:34:17 hora local.
Era mi última noche de vacaciones y me acosté tarde terminando de pintar la pieza de Violeta –mi hija en camino. Cuando comenzó el sismo yo estaba profundamente dormida, Juan en cambio estaba trabajando en un "paper" que debía terminar para una conferencia en Inglaterra a la que partiría el día siguiente.
El temblor comenzó suavemente, y Juan decidió subir a ver a Mariana en caso que despertara. Sin embargo mientras subía el movimiento se hizo muy violento provocando un inmediato corte de luz, haciendo caer una polvareda de ladrillo desde el techo y botando a Juan por la escalera. Finalmente Juan logra levantarse y llegar gateando a la cama de la niña, la toma y la saca de la casa. Por mi parte al despertar, el movimiento –y mi panza de siete meses de embarazo- no me permitían primero levantarme de la cama, luego me impedía moverme, por lo que debí esperar un rato abrazada a una viga, y luego logré bajar por la escalera y evacuar la casa con Juan y Mariana.
Cuando terminó el movimiento más fuerte, volvimos a entrar a la casa a buscar ropa de abrigo, linterna, agua, chocolates y una frazada y sacamos el auto esperando la alarma de tsunami, y debatiendo si quedarnos en la casa –que está en la falda de un cerro- o subir aun más alto.

La alarma nunca llegó.
Como saben, trágicamente la alarma nunca llegó provocando una innecesaria cantidad de muertos. Afortunadamente la cultura sísmica de los habitantes costeros, también salvó muchísimas vidas. Luego, al igual que nuestros vecinos, decidimos pasar a la noche en la calle, pues si bien las casas estaban todas en pie, la tierra parecía no dejar de moverse por lo cual nadie quiso tomar el riesgo de entrar nuevamente.
Ahí esperamos el amanecer, yo sentada en una silla de playa con Mariana dormida en brazos, con un ojo puesto en los cables que se balanceaban sobre nuestras cabezas, otro en las casas (y en las tejas) que no dejaban de moverse, y atenta a las muchas explosiones que se escuchaban demasiado cerca. Luego supimos que eran explosiones de la facultad de química, pero temimos que fueran balones de gas que explotaban en las casas. Juan recorría la casa cortando el agua, el gas, la luz y buscando la carpa y los sacos de dormir… por si acaso.
La comunicación colapsó, y solo pudimos encontrar línea para mandar un mensaje de texto avisando que estábamos bien…. Ese fue nuestra única conexión con nuestra familia en los próximos seis días, en los que no tuvimos ninguna señal. No teníamos tampoco señal de radio, salvo un vecino que en onda corta tomó una señal argentina que informaba que en Concepción se había producido uno de los terremotos más grandes de la historia. Nos llegaban también noticias de gente que subía por nuestra calle al cerro, escapando de un posible tsunami, y nos decían que habían caído los puentes. Sin puentes esta ciudad queda totalmente aislada…

El desabastecimiento.
Y se hizo el claro el fantasma del desabastecimiento, como efectivamente sucedió aunque por otras razones. Había también rumores de un segundo terremoto en Santiago, con ello –considerando el centralismo- nos sentimos totalmente abandonados… quien se iba a preocupar del Sur, si Santiago estaba también destruido….. Ese día amaneció demasiado tarde debido al polvo y el humo de los incendios.
A la mañana siguiente entramos a la casa, la cual se veía bastante bien, y comenzamos el lento trabajo de ordenar los muebles, los libros, la loza, y la comida que estaba toda desparramada por el suelo. Solo en la cocina, debimos remover una capa viscosa que mezclaba aceite, vinagre, sal, arroz, harina, miel, te y muchísimo vidrio molido. Todo ello sin una gota agua.

Pidiendo refugio
Durante la mañana llegó una familia amiga pidiendo refugio pues su casa estaba inhabitable. Con ellos hicimos un total de cuatro adultos y cinco niños que debíamos organizar nuestra sobrevivencia post-terremoto. Luego de ver el estado de las casas y del vecindario –el famoso Barrio Universitario de Concepción- , y sin tener acceso a radio ni a comunicación, pensamos que en realidad no había sido tanto, que éste era similar a otros terremotos que ya experimentamos (Santiago 1985, Antofagasta 1994?)….
Que había que aguantar unos días sin agua y desabastecidos… pero que la cosa se iba a arreglar rápido…. Cuan equivocados estábamos.
El primer problema fue el agua…. que necesitábamos en abundancia y no sabíamos donde encontrarla. Luego de mucho recorrer descubrimos un grifo que daba un agua turbia, y para el cual había que hacer una cola (fila) de varias horas y una vertiente en el cerro –de agua limpia- pero que involucraba escalar. En los días siguientes empleamos 3 a 5 horas diarias solo en conseguir el agua necesaria…. E inventamos además todos los mecanismos posibles de ahorro y re-uso de las aguas.

La comida. Y los saqueos.
Afortunadamente no nos faltaba. Ambas familias teníamos nuestras despensas y refrigeradores aceptablemente provistos…. El problema fue: ¿cómo preservar la comida? la que sin luz amenazada descomponerse demasiado rápido.
Hicimos charqui, ahumamos carne, conservamos verduras en sal y en frascos, etc.
La falta de gas la suplimos a fuego… afortunadamente teníamos una provisión aceptable de leña para la calefacción de invierno (bendito sur). Sabiendo que se aproximaba un período de emergencia nos organizamos y calculamos que podríamos subsistir sin problemas 7 a 9 días. Nos faltaban sin embargo agua, velas y pilas. Por ello Juan y Rodrigo (nuestro amigo allegado) fueron al centro en bicicleta…. Llegaron contando una historia de horror: el centro destruido, todos los locales cerrados, multitudes saqueando los supermercados y tiendas, baleos.
Muchas vestiduras se han rasgado respecto de los saqueos…. Y ciertamente no fueron una imagen bonita para el mundo. Pero cabe recordar algunas cosas… primero era viernes y más aun último viernes del mes…. Y sabemos lo que eso significa para la gente que vive “al día”.
Si a nosotros nos angustiaba comenzar una crisis larga sin velas ni pilas… imaginen lo que es hacerlo con la despensa vacía…..

Una vez que rompes el tabú de robar comida, y en un ambiente de total desgobierno, ya no es difícil tomar un plasma, un lavavajillas y un refrigerador. Lo que no es justificable de ninguna manera, y nos avergüenza a todos, fueron luego las mafias, y los elíticos autos todo terreno que terminaron por arrasar todo… (en este momento hay incluso un médico, director de una clínica, que está preso por los saqueos!!!!).
También hay que recordar el –justificado- resentimiento que mucha gente tiene a las grandes tiendas y sus deudas y tasas de interés…. Como escuche por ahí… "aquí me estoy pagando cobranzas y malos ratos".

La distribución.
Vivimos cerca de una “pobla”(población) –la famosa Agüita de la Perdiz ubicada en la cima del cerro y que fue la primera “toma” de terrenos el año 1950, - vi con mis propios ojos como las cajas de mercadería que llegaban de los saqueos eran inmediatamente distribuidas a la salida de la escuela, vi como se hacían paquetes para los más afectados, y vi como muchos pobladores alegaban contra los saqueos desmesurados- Más o menos estos eran los reclamos: “si son ´flaites´… andan sacando los plasmas cuando no hay ni luz “.
De hecho, 6 días después del terremoto, ante el total desabastecimiento y en la total ausencia del gobierno, los pobladores del Agüita vinieron a ofrecernos ayuda (ofrecer, no vender) a los burguesitos del Barrio Universitario que no habíamos saquead.
De hecho a través de esta ayuda, por fin logre obtener mi necesario paquete de pilas e incluso velas.

Malocas mapuches.
Los saqueos me recordaron las malocas mapuches. Invades, saqueas todo lo que puedes, quemas lo que queda, redistribuyes en tu comunidad y terminas en una gran fiesta (en la noche siguiente del terremoto tuvo algo de la inversión carnavalesca, toda el "Agüita" olía a asado y pan amasado, mientras nosotros los burguesitos de abajo mirábamos con envidia y veíamos como organizar las provisiones que teníamos).
Las malocas se hacían contra los huincas, enemigos profundos….
Queda claro entonces como la sociedad dominante es percibida por los pobladores… como los otros, los enemigos, los sujeto de maloqueo.
Ver pasar las “hordas” de saqueadores despertó todo el temor de nuestro burgués barrio universitario. Se decía además, que habían llegado al "Agüita" camiones repletos de licor saqueado, e incluso armas… y que estábamos en peligro.

Por lo tanto en la noche –en la ausencia de alumbrado eléctrico- se organizaron fogatas para iluminar turnos de vigilancia. Hubo eso si un momento muy emotivo. La Rabio Bio-Bio (la única que mantuvo transmisiones, aunque no regulares sino supliendo a la telefonía en la transmisión de mensajes de gente que se buscaba) colocó solo una canción a las 12 de la noche… probablemente la canción más querida por todos los chilenos “Todos Juntos”, de los Jaivas… y eso produjo una catarsis general….
Todos Juntos. Los Jaivas.
Hace mucho tiempo que yo vivo preguntándome
Para qué la tierra es tan redonda y una sola no más
Si vivimos todos separados
Para qué son el cielo y el mar
Para qué es el sol que nos alumbra
Si no nos queremos ni mirar

Tantas penas que nos van llevando a todos al final
Cuantas noches, cada noche, de ternura tendremos que dar
Para qué vivir tan separados
Si la tierra nos quiere juntar
Si este mundo es uno y para todos
Todos juntos vamos a vivir...

A las 12 de la noche todo Concepción empezó a cantar “Para que vivir tan separados… si la tierra nos quiere juntar …. Que este mundo es uno y para todos, todos juntos vamos a vivir”. Se oían vibrar los cerros del Agüita, se cantaba desde las fogatas burguesas del Barrio Universitario, desde los edificios colapsados, desde todas partes a una sola voz.

Aún peor.(La anarquía y el "comandante Marcos")

Vino el día siguiente. Hacía mucho frío y llevábamos ya dos noches sin dormir. Continuaban los saqueos y la ciudad parecía sin gobierno. Entonces sucedió algo de terror. Pasó un auto de la policía de investigaciones informando a los vecinos con alto-parlantes que las “hordas” de Nonguen (otra población) venían a atacar el Barrio Universitario y el Agüita de la Perdiz. Que los vecinos se organizaran, se defendieran como pudieran y si tenían armas “que disparen a matar no más”. Se produjo un pánico general… la gente sacaba armas, cuchillos, cortaba las rejas para hacer estoques, preparaba palos con clavos, etc. Nosotros blindamos una pieza con colchones en las ventanas para hacer jugar y dormir ahí a los niños.
En medio de ello sucedió algo increíble. Bajaron del Agüita el presidente de la Junta de Vecinos y un hombre que se auto denomino “Comandante Marcos”, que venía armado y que pudimos notar tenía obvia formación militar (quizás en el ejercito pero, conociendo el perfil del Agüita, más probablemente en alguna milicia popular como el FPMR).
El Comandante traía leche y yogurt (saqueados) de regalos para los niños, y un megáfono con el que convoco al Barrio Universitario a una reunión “Por que somos vecinos, vamos a compartir un pan si es necesario y nos vamos a organizar juntos para defendernos”.
En la reunión el Comandante desplegó un mapa donde tenía marcadas todas las entradas estratégicas al Cerro. Pidió a los vecinos del Barrio Universitario construir barricadas en ellas y establecer puestos de control. Se pidió también mantener una fogata con vigilancia en cada calle… y que ellos –los del Agüita- harían la defensa militar instalando franco tiradores a lo largo de toda la cima del cerro. No quiero saber quienes fueron esos franco tiradores que nos cuidaron por tres noches… bien pueden provenir de las milicias populares de los ´80, pero también pudieron haber sido traficantes o quien sabe. Lo importante es que durante las siguientes noches fueron nuestra única seguridad en la ausencia total del Estado.
Las anunciadas hordas nunca llegaron –me pregunto si eran reales o solo una estrategia de las policías para parar sacar a la gente del saqueo y llevarla de vuelta a sus barrios a auto-defenderse. En todo caso sí merodeaban extraños tratando de robar y sentimos muchos baleos. A la cuarta noche, cuando se decretó estado de sitio y llegaron los camiones militares, estos entraron al cerro escoltados por pobladores del Agüita que cantaban… casi de no creerlo. El mismo comandante Marcos fue invitado a subir a un camión militar a coordinarse con el oficial a cargo. Por dos días los militares fueron amigos… coordinando junto a los vecinos los temas de seguridad y logística. Luego de dos días comenzaron los allanamientos y esa amistad se fracturó.


Cinco días después.
Aún no llegaban camiones de agua, ni comida. Tampoco teníamos noticias de afuera pues no teníamos luz, ni señal de teléfono. Increíblemente la única presencia del Estado seguían siendo los militares, que a esas alturas comenzaron a mostrar su cara represiva. Particularmente se dedicaron a hacer allanamientos en el Agüita para recuperar los electrodomésticos saqueados. Entiéndanme, no estoy defendiendo el saqueo de televisores (si lo hago del de comida, que fue redistribuida), lo que no entiendo es que se usen recursos públicos para recuperar especies robadas, primero que traer agua y comida……De hecho al "Agüita", a tres semanas del terremoto, no tenía agua. Se dice que la están “castigando” por los saqueos.
A la semana llegó la electricidad y se restableció parcialmente el servicio de agua en el Barrio Universitario (no así en el Agüita que aún no está regularizado). Nos llega –hasta ahora- un chorro delgado por algunas horas al día. Ello nos permite juntar agua en la mañana sin tener que salir a hacer colas y acarrear baldes. Con ello empezó una nueva etapa post-terremoto. Primero, pudimos escuchar radio y ver imágenes, con lo cual finalmente supimos de la magnitud de la tragedia. Fue impresionante darnos cuenta que la situación caótica que vivíamos era realmente una isla de tranquilidad respecto a lo que se vivía en el resto de la región.
Recuerdo estar frente a la televisión llorando y llorando, agradecida de estar viva y sana. Además, ya con agua, nos quedaron 3 a 4 horas desocupadas en las mañanas. Con toque de queda y alumbrado público se acabaron también los turnos de seguridad. Así el estrés y la estamina, que nos agobiaron, pero nos mantuvieron también sedados los primero días, se acabaron y nos embargó a todos una ola de tristeza y depresión. Con nuestros amigos allegados fuimos a ofrecernos de voluntarios a la logística de la ayuda…. Pero cuando nos veían llegar, a mi panzona de 7 meses más una niña y a mi amiga rodeada de 3 hijos, nos mandaban de vuelta a la casa diciéndonos que en realidad habían muchísimos voluntarios. De hecho todos y todas las jóvenes de la ciudad estaban en realidad trabajando de alguna manera para distribuir la ayuda.


Frustración
Personalmente fue para mi muy frustrante sentirme desocupada e inútil, pero encontré otras cosas que hacer. Aprovechando que de mi casa salía un "chorrito" de agua, iniciamos un microsistema de distribución de la misma para los vecinos que aun no les había llegado. También y aprovechando que tenemos auto grande, comenzamos a hacer viajes de re abastecimiento a Chillan –pues Concepción seguía totalmente desabastecido, las tiendas o bien estaban destruidas, o no querían abrir por temor a los saqueos-.
Así nosotros tomábamos los pedidos de los vecinos para comprar en el mercado de allá, que estaba muy bien surtido. Me permito destacar que los feriantes de Chillán, no sólo "no especulaban" con los precios, sino que al saber que veníamos de Concepción a hacer abastecimiento comunitario, nos daban grandes descuentos y nos regalaban cosas…

¡¡¡¡¡Bien por los feriantes de Chillán!!!!!! Que importante lección para las grandes tiendas que todavía no quieren abrir.

La tercera semana.Comprobar la devastación.
Ya estamos volviendo al trabajo, a reencontrase, a ordenar las oficinas. Para nosotros, aquellos a quienes no nos pasó nada, la vida se está normalizando. Pero más allá de nuestro barrio la ciudad está devastada. Para los que conocen Concepción, los barrios ubicados en cerros –tanto los pobres (como el Agüita, la Pólvora, etc), como los ricos (La Virgen, Universitario, San Andrés, Andalue) - en general estan bien, con sus casas solo levemente dañadas. El centro comercial de Concepción está casi totalmente cerrado… los edificios dañados o definitivamente inutilizables; el centro antiguo casi en ruinas; San Pedro está casi aislado, pues se cayeron los puentes y la ciudad quedó cortada en dos. Los más dramático son las zonas costeras afectadas por el tsunami. La mitad de Talcahuano está arrasado y la otra mitad derrumbado, lo mismo Penco y Tomé. Las pequeñas caletas pesqueras como Dichato, Coliumo, Cocholhue –en las que se comía tan bien los sábados y que tanto encanto daban a la ciudad- desaparecieron casi completamente. El comercio aun está medio cerrado y hay escasez (que afecta más a los pobres…. los que no pueden viajar a Chillan a comprar).
Las escuelas aun no abren –muchas cayeron y las otras están siendo usada para distribuir ayuda-, los hospitales predeciblemente colapsados, lo mismo las funerarias (la gente tuvo que ir a enterrar sus muertos en Temuco). Por la caída de puentes y pasarelas, la ciudad está medio cortada y casi sin transporte público; y toda la ciudad está patrullada por militares (que hay que reconocer, mostrado una cara mayoritariamente amable, aunque no siempre).

Ya estoy de vuelta.
Para mi es importante haber vuelto a la Universidad. Comenzar a hacer algo…. Muchísimos de nuestros alumnos(as) perdieron todo –solo para dar una idea, de mis 12 alumnos "tesistas", cinco perdieron sus casas-, y la U ha sido el espacio desde donde han podido conseguir ayuda y reconstruir. De hecho las carreras estamos desesperadamente buscando fondos para asistir a los alumnos más afectados, principalmente con la compra de materiales de construcción.
Además desde la U estamos vinculándonos a la sociedad civil para colaborar en el diseño de proyectos de reconstrucción. Yo personalmente estoy preocupada por temas de pequeña pesquería y vinicultura artesanal… ambos colapsaron.

En fin, ya esta carta es demasiado larga, pero espero que les haga una imagen de las historias cotidianas (insisto no las dramáticas que requieren ayuda, sino las de aquellos que realmente NO fuimos afectados mayormente).

Cariños a todas y todos y participen de las actividades de recolección de fondos… y luego chequeen que esos fondos se usen bien. Colaboren mas con instituciones locales chicas… las grandes son siempre más centralizada.